Atormentado por el tema que comenté en el post anterior, me hallaba en una nube de confusión, hasta que Mariana me hizo llegar un texto de Enrique Martínez, ingeniero del INTI, llamado «Produzco lo que consumo. La atención de las necesidades básicas como motor de desarrollo». Este texto, que habla de la necesidad de considerar el acceso al alimento como un derecho, y por lo tanto algo no sometido al mercado, plantea una visión de desarrollo muy interesante, que es abiertamente formulada en otro texto del mismo autor: «Qué es bueno, qué es mejor. La medida del progreso en economía».
La idea del texto es cuestionar la concepción de que el PBI es la medida del desarrollo. Si tomamos al PBI como índice del desarrollo y como meta de un país, vamos a tender a hacer cosas tales como arancelar las universidades, eliminar a los agricultores de subsistencia, cobrar por el acceso a la salud, y, sobre todo, a destruir el ambiente. El autor propone, entonces, modificar la construcción del índice, pero no sólo eso, sino también incluirlo dentro de un triángulo más abarcativo, que incluya tres patas que midan:
- La actividad económica.
- La injusticia distributiva (en términos absolutos, es decir, la cantidad de personas pobres, y de forma localizada, es decir, adónde están).
- La sustentabilidad (a través de un índice construido teniendo en cuenta la biocapacidad menos la huella ecológica).
La justificación teórica de Martínez es arrolladora. Destruye los argumentos de los liberales que defienden la teoría del crecimiento económico infinito y el derrame. A la vez, enmarca el problema del medio ambiente y de la justicia social dentro de una perspectiva económica (y no simplemente de ética voluntarista, como algunos grupos políticos o ecologistas).
En definitiva, el crecimiento del PBI no es medida de desarrollo. Tampoco lo es un buen coeficiente Gini, ni un bajo nivel de pobreza por sí solo. En todo caso, el desarrollo es algo así como qué tanto satisfacemos las necesidades de la gente, de forma más o menos equitativa y justa, y sin comprometer (a través de la destrucción ambiental) los recursos de que dispone la sociedad. Al menos así lo entendí. Al menos así me gustaría que fuera.
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