Terrence Malick: el Salinger del cine.
Sus dos primeras películas, obras maestras. Luego, veinte años sin filmar y un retorno con pire místico para cagarla.
El problema del pire místico no es el pire en sí. El problema es que antes del pire místico había un director que sabía filmar sus perplejidades sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Luego del pire místico, hay un delirante que cree que tiene todas las respuestas y que se enorgullece de transmitirnos su sabiduría.
Y su sabiduría, para colmo, no es otra cosa que la estupidez de entregarse sin condiciones a la gracia de Dios.
Salinger, al menos, dejó de escribir.
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