Un día encuentro en la web unos cuantos sitios que recomiendan la ingestión de gorgojos vivos para curar el cáncer. No solo eso sino que también dan consejos detallados para la cría de los gorgojos e incluso promueven redes locales e internacionales de donantes de gorgojos. Me doy cuenta del nivel de sufrimiento que indudablemente padece una persona dispuesta a aprender y a poner en práctica una técnica compleja y larga, cuyo único objetivo es morfarse bichos vivos con la esperanza absurda de que no avance hasta el final el cáncer devastador. Me imagino a esta persona llevándose los bichos a la boca. Me la imagino masticando, intentando tragar, evitando la arcada. Me la imagino un minuto después, tomando un trago de agua, en soledad, con un gesto casi imperceptible de ilusión.
Gorgojos
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