El 17 de diciembre de 2013 el Doctor Fernando Vargas, abogado de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información, publicó un artículo intitulado «TICS «under atack»». El ensayo consiste en una invectiva contra el Estado uruguayo y organizaciones sociales locales por la promoción de varias leyes que, a criterio del autor, son comparables con el lamentable fenómeno del terrorismo internacional. Entre estas temibles leyes se encuentran la ley de software libre en el Estado y la reforma del derecho de autor que facilita el acceso a materiales de estudio.
Si bien el artículo del Doctor Vargas cuenta con copiosos méritos para acceder a un destino de eternidad, propongo en esta oportunidad a mis lectores el análisis de una de sus involuntarias virtudes. El párrafo en cuestión es el siguiente:
No constituye el objeto de este trabajo analizar la conveniencia o no que el Estado contrate software libre o privativo; ni la pésima técnica legislativa que presenta el proyecto que confunde software libre y software de código abierto e incluye definiciones dudosas o poco compartibles. Tampoco el uso incorrecto de los “dequeísmos”, que abundan, serán referidos aquí. Todo esto será motivo de otro trabajo específico que ya está en elaboración.
Nótese que en la primera línea del párrafo transcripto, el Doctor Vargas comete queísmo («la conveniencia o no que el Estado…»). El queísmo no es algo particularmente llamativo ni extraño, si no fuera porque varios renglones más abajo el mismo eximio Doctor Vargas se jacta de una superioridad en el uso del idioma castellano al mofarse de los redactores de la ley de software libre por unos supuestos episodios de dequeísmo (entre paréntesis, es de una extraordinaria inventiva poética aludir a un «uso incorrecto de dequeísmos», dado que el dequeísmo es en sí mismo un error, y los errores no tienen, por definición, usos correctos o incorrectos).
Lo maravilloso del caso, lo que en términos narrativos llamaríamos «la vuelta de tuerca», es que, si vamos a la ley de software libre, nos encontramos únicamente con dos usos de la preposición de seguida de la conjunción que. Ambos usos consisten en la locución «en caso de que», la cual, como todos sabemos, se atiene por completo a las normas de la Real Academia Española.
Todo lo cual nos lleva a reflexionar, ya en el plano del subtexto, sobre ciertas posibles características psicológicas del Doctor Fernando Vargas, quien tiende a identificar preposiciones indebidas donde no las hay, cuando en realidad es a él a quien le faltan las preposiciones. La falta, la pérdida, la castración, la ignorancia y la soberbia, son algunos de los posibles tópicos que aborda su incomparable texto.
Para pensar…
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