Hace un par de semanas, un amigo uruguayo me recordó una frase de un post antiguo de Papelitos sobre el Debate Nacional de Drogas en Uruguay:
«Después de ver cómo en Argentina, en base a una campaña discursiva inteligentísima, la gente cambió de opinión de forma tan increíble sobre el derecho de los gays a casarse, yo creo que esto también se puede.»
Mi amigo, abochornado tras un asado donde los asistentes bregaban contra la adopción por parte de homosexuales, quiso saber más sobre esto de la «campaña discursiva inteligentísima». Me preguntó: ¿Cuál fue esa campaña y por qué fue inteligentísima?
Aquí la historia, tal como la entiendo yo:
Todo comienza en 2009 (en verdad mucho antes, pero a los fines de esta historia, creo que vale este comienzo) o un cacho antes, cuando la FALGBT, la federación de gays, lesbianas, etcétera, inicia una campaña muy ingeniosa. Comienzan a presentarse en distintos registros civiles del país para casarse y, al recibir la negativa de los empleados, formulan recursos de amparo que caen en manos de muchos y distintos jueces. En diciembre de 2009, una jueza, por la razón que sea, hace lugar al recurso de amparo de Alex Freyre y José María Di Bello y les permite casarse. La noticia se desparramó en la prensa y los futuros esposos (muy adorables ellos) empezaron a ir a todos los programas de televisión. A los pocos días, otra jueza dicta otra resolución revocando la medida anterior, por lo cual la noticia pasa a ser: «No los dejan casarse». Entonces los esposos frustrados vuelven a la TV a lamentarse de la injusticia, a celebrar la boda simbólicamente, etc. La cosa toma un estado muy público y finalmente la gobernadora de Tierra del Fuego firma un decreto (!) permitiéndoles casarse en su provincia. La boda se hace y se transforman en el primer matrimonio gay de latinoamérica, con una enorme repercusión en medios de Argentina y de otros países.
A partir de ese momento, comienzan a llover recursos de amparo, y otros jueces se suben a la ola y empiezan a darlos. Mientras tanto, la iglesia se opone y comienzan pedidos para frenar estos casamientos. La discusión sobre el tema se instala en todas partes y los sectores progre del gobierno y de otros partidos de izquierda agarran un proyecto de ley al respecto y lo impulsan.
Acá empiezan a jugar un papel clave los medios de comunicación. Los programas de chimentos, Tinelli, Mirtha, Susana, todos ellos, hablan sobre el tema. Lo interesante es que en la TV argentina abundan los mariconazos, y entonces personajes como Roberto Piazza y Pepe Cibrián y Florencia de la V y tantísimos otros son invitados para expresarse. En sendas entrevistas, decían cosas tales como «nosotros nos amamos y no nos dejan adoptar», o «Qué va a pasar con él si se enferma gravemente y no lo cubre mi obra social?», o «no dejan que su hijito tenga un padre», y cosas por el estilo, de alto tenor melodramáticas.
La otra parte de la estrategia la llevaba adelante María Rachid, la presidenta de la FALGBT, que se hacía presente en los programas políticos y hablaba en términos racionales y legales. Decía cosas tales como que parejas que habían convivido 50 años no tenían derecho a herencia, cobertura social, etc. También remarcaba que la adopción por parte de gays ya existía porque estaba permitido adoptar para personas solteras, y que lo único que iba a hacer el matrimonio igualitario (fijense qué astutos: no decían matrimonio gay, decían matrimonio igualitario) sería que esos chicos, que ya tienen a dos padres del mismo sexo, ahora los tuvieran de forma legal y pudieran recibir los beneficios sociales que tanto necesitaban.
Desde la comunidad gay, y esto es clave, siempre se preocuparon por presentarse como víctimas de un sistema injusto, y fueron muy precavidos de no atacar ni manifestar violentamente ni hacer nada q pudiera perjudicar su imagen. El papel confrontativo (el cual también fue para mí fundamental, atacando sobre todo la posición infame de la Iglesia) lo llevaron adelante algunos legisladores heterosexuales.
Algo que ayudó enormemente, de todas formas, fue que los que estaban en contra del proyecto de matrimonio gay se cavaban su fosa cuanto más hablaban. A lo único que apelaban durante las argumentaciones era a las «leyes naturales», a Dios, a la familia, al asco o a cosas por el estilo.
En un momento televisivo histórico, Mirtha le preguntó a Roberto Piazza si, por el hecho de que los padres fueran gays, no podrían violar a su niño (!). Roberto Piazza se sintió profundamente dolido y, al término del programa, anduvo de recorrida protestando por la cosa terrible que le había dicho Mirtha.
Otro highlight memorable ocurrió en lo de Susana Giménez, donde Pepe Cibrián se largó a llorar y, agarrando a Susana de la mano, le preguntó entre mocos si prefería que los niños desahuciados que no encuentran padres adoptivos quedaran en la calle o fueran adoptados por homosexuales. «Yo te pregunto con amor… Ante esto, vos qué preferirías: ¿calle o Pepe?». Etcétera etcétera.
Si todo lo anterior respondió a una campaña bien organizada, o se dio más o menos espontáneamente, no es para mí lo importante. Lo fundamental es que la campaña contaba con un diseño lo suficientemente robusto como para transmitir el mensaje y llegar a todos los públicos.
Unos días antes de la votación, hubo una manifestación de unas 50 mil personas en favor del matrimonio igualitario, donde participó Flor de la V y tocaron músicos famosos. Al día siguiente, otros 50 mil llegaron, vestidos de naranja (esa era la insignia del «no» al matrimonio gay), cual ku klux klan, a «defender la familia».
Finalmente, el día de la votación en el senado, casi todos los canales de televisión transmitían en cadena. Para colmo, el resultado de la votación era un misterio, y se definía en el momento, por uno o dos votos.
Ardía Twitter, llovían las presiones, se prolongaba la vigilia frente al Congreso.
El resto es conocido.
Lo cierto es que, para resumir, la estrategia incluyó un proyecto legislativo, una movida judicial basada en los recursos de amparo y una movida mediática que articulaba distintos discursos en relación a distintos públicos. Los artistas trolos de la tv fueron fundamentales porque transmitieron el mensaje a los sectores populares.
Mi amigo me preguntaba cómo discutir, a qué apelar en los diálogos con la gente que está en contra del matrimonio gay. Yo le contestaría que en cada caso se puede apelar a distintos argumentos (muchos de ellos mencionados en este post), pero siempre va a ser de ayuda mirar el ejemplo de lo que sucedió en Argentina, donde lo impensable se transformó en hechos en poco menos de seis meses.
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