Un día encuentro en la web unos cuantos sitios que recomiendan la ingestión de gorgojos vivos para curar el cáncer. No solo eso sino que también dan consejos detallados para la cría de los gorgojos e incluso promueven redes locales e internacionales de donantes de gorgojos. Me doy cuenta del nivel de sufrimiento que indudablemente padece una persona dispuesta a aprender y a poner en práctica una técnica compleja y larga, cuyo único objetivo es morfarse bichos vivos con la esperanza absurda de que no avance hasta el final el cáncer devastador. Me imagino a esta persona llevándose los bichos a la boca. Me la imagino masticando, intentando tragar, evitando la arcada. Me la imagino un minuto después, tomando un trago de agua, en soledad, con un gesto casi imperceptible de ilusión.
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Sobre la izquierda, el hippismo y el cambio social
Universitarios de izquierda que no pueden refrenar sus pulsiones conservadoras y que, para disimularlas, apelan al poco sutil método de identificar como hippies, jipis, jipones, amantes de la granola, maniáticos de la avena, etcétera, a quienes simplemente cuestionan con más firmeza el statu quo que, entre otras cosas, otorga ciertos privilegios a los universitarios de izquierda.
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La perfección de la gambeta
El otro día Mariana me recordaba que existen muchas acciones, prácticas y gestos creativos que no dan como resultado la obtención de derechos de autor, y que eso está bien porque la sociedad no necesita andar repartiendo derechos exclusivos por cualquier acto creativo, sino más bien pensar concienzudamente en qué situaciones muy precisas pueden llegar a ser socialmente necesarios los derechos de exclusividad, si es que esas situaciones en verdad existen, porque a decir verdad nadie anda pidiendo derechos exclusivos sobre muchas cosas que a todas luces demandan una enorme cuota de creatividad, como una comida rica, una respuesta ingeniosa, la manera de resolver un problema, una gambeta, y está bien que así sea, porque como sociedad tenemos que ser capaces de reconocer y mimar a la gente que hace cosas creativas sin por eso excluir a otra gente de esa creatividad, es decir sin privarla de disfrutar y de hacer uso de esa chispa creativa que va a provocar otras chispas creativas en lugares remotos o cercanos, y es por eso que, como decía Mariana al principio, hay que tener cuidado con pedir derechos de autor para cualquier gesto, cualquier acto, cualquier expresión de la personalidad, porque a veces lo mejor es simplemente una felicitación, una palmada, y otras veces, cuando ese reconocimiento no alcanza y hay que comer y hay que llegar a fin de mes, lo que tal vez hace falta es un sueldo, un pedacito de seguridad social y de todas esas cosas que debería tener la gente que trabaja, en lugar de unos derechos exclusivos sobre algo tan ubicuo y tan necesario como el aire, como al fin y al cabo es el conocimiento y la cultura.
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¡Ay, Horacio!
Después de más de 8 años, me acordé de publicar en versión digital mi tesina de grado sobre los traumas de Horacio Quiroga. Acá está el resumen:
«El presente trabajo estudia la utilización que Horacio Quiroga hace de la creación literaria como un intento de elaboración de situaciones traumáticas relacionadas con la muerte. Se revisan en primer lugar las concepciones de Freud y otros autores psicoanalíticos posteriores con respecto a la creación literaria. Luego se indaga la biografía de Quiroga. Se plantea la hipótesis de que una historia familiar marcada por la muerte del padre y del padrastro, a la cual se agrega una madre de actitudes ambivalentes, determina la conformación de un sentimiento de culpa y una necesidad de castigo intensos. A través del análisis de cuentos y de un ensayo, se estudia la creación literaria de Quiroga como un intento de elaboración de los sucesos traumáticos de su infancia, intentando establecer los alcances y límites de tal intento. Se llega a la conclusión de que, a pesar de la adquisición de un gran caudal simbólico que le permite integrar diversos aspectos de las escenas traumáticas, la compulsión de repetición se sigue manifestando en su historia vital y en su contexto familiar.»
La tesina se puede descargar desde Internet Archive en varios formatos.
Para leer en línea:
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Muchos años después, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde. Muchos, muchos años después, aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Una tarde remota, con su padre, frente al pelotón de fusilamiento. Muchos años después, muchos, el coronel, en aquella tarde remota, había de recordar el hielo, el hielo frente al pelotón, frente al pelotón de fusilamiento. El coronel Aureliano Buendía había de recordar a su padre, muchos años después. Una tarde, el hielo que llevó su padre en aquella tarde de fusilamiento. Una tarde remota, Aureliano, muchos, tantos años después. Aquella tarde remota, su padre lo llevó, lo llevó a recordar el fusilamiento. Su padre lo llevó, frente al hielo, a recordar el fusilamiento, hace muchos, muchos años. Lo llevó a conocer el pelotón, el pelotón remoto, en aquella tarde de hielo. Muchos, pero muchos años después, el pelotón lo llevó a conocer el hielo, el hielo de su padre, el hielo del fusilamiento en aquella tarde remota. Muchos pelotones, muchos padres después, el fusilamiento lo llevó a conocer la tarde, a conocer al coronel, Aureliano Buendía. El coronel había de llevar a su padre, al pelotón, a recordar los años, a conocer el fusilamiento. Había de llevar a la tarde a recordar a su padre, frente al pelotón de hielo. Aquella tarde, aquella tarde remota, de pelotón y hielo, había de conocer, el coronel Aureliano Buendía, de conocer a su padre.–
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Pido permiso y pido perdón
Hace una semana me llega mail de un amigo con título: “Chequeá esto cuando puedas”. En el cuerpo del mensaje solamente hay un enlace: http://isis.bibna.gub.uy/imagenes/
Al principio no entiendo demasiado. Veo que hay una lista de archivos. Los archivos son imágenes. Las imágenes son fotos. Las fotos son antiguas. La lista tiene unas 300 fotos, pero al pie de las fotos hay enlaces a más carpetas. Las carpetas tienen los nombres de los departamentos de Uruguay. Adentro de cada departamento hay centenas y hasta miles de fotos.
Vuelvo al inicio. La dirección web que me pasó mi amigo resulta que es de la Biblioteca Nacional de Uruguay: http://bibna.gub.uy/
La Biblioteca Nacional tiene un buscador de libros, folletos y diarios: http://isis.bibna.gub.uy
Hago una, dos, diez búsquedas y no logro dar con ninguna de las fotos de la lista. Voy al sitio de inicio de la biblioteca nacional y tampoco logro encontrar ninguna manera de acceder a las fotos. Le pregunto a mi amigo. Mi amigo dice que hay que loguearse. No encuentro la forma de loguearme, pero entonces digo qué más da, me bajo todas las fotos y listo.
Voy al sitio web de Flashgot. Me bajo el plugin para Firefox. Voy de nuevo a la carpeta de imágenes y aprieto descargar todo. Espero. Las fotos se descargan. Hago lo mismo para cada una de las carpetas.
Dos horas después, tengo en mi computadora más de 11 mil fotos, 1,4 gigas de fotos históricas.
Tuiteo el enlace de la carpeta de fotos. 7 personas retuitean. 15 favoritean. Alguien me responde que programó un script en Ruby para descargar automáticamente las imágenes. Nunca nadie me dio tanta bola en Twitter.
Me caliento y me digo por qué carajo la Biblioteca Nacional no pone esas fotos a disposición de todo el mundo de manera fácil. Son fotos viejas. Muchas, la mayoría, en dominio público.
Pienso en hablar con la gente de la Biblioteca Nacional para animarlos a liberar las fotos. Pienso de nuevo y llego a la conclusión de que si no lo hicieron hasta ahora, poco puedo hacer yo para convencerlos.
Pienso en pedirles permiso para subir las fotos yo mismo. Pienso de nuevo y llego a la conclusión de que quien pide permiso se arriesga a que se lo nieguen.
Pienso si al liberar las fotos no estaré haciendo algo malo o prohibido. Pienso de nuevo y llego a la conclusión de que si difundir y hacer accesible el patrimonio histórico de un país es algo malo o prohibido, el que tiene un problema no soy yo sino todos los uruguayos.
Subo las fotos a Flickr. Las ordeno por departamento. Me lamento de que las fotos no tengan metadatos que sirvan para contextualizarlas mejor. Me pregunto quién carajo puede digitalizar fotos para una biblioteca nacional y olvidarse de ponerle metadatos.
Tuiteo el enlace a la galería de Flickr. 11 personas retuitean. 14 personas favoritean. En 2 días bato mi propio récord.
Alguien hace un post sobre el hallazgo. La persona que programó el script en Ruby ahora me dice que programó también una galería para ver las fotos en la propia computadora, sin conexión a Internet. El director del diario El Corresponsal de Canelones informa que la mayor colección de fotos antiguas del Uruguay, antes ocultas en la Biblioteca Nacional, se encuentra ahora a la vista.
Me puedo ir a dormir tranquilo.
PD: La gente empieza a identificar detalles de las fotos y dejar comentarios. Una persona descubrió el pescadito de Óptimo. Otra persona, ante el sombrío set de fotos de la guerra del Paraguay, llama a la reflexión «para no olvidar el gran error histórico de Uruguay en haber intervenido en esta guerra, una mancha para nuestra historia». Otra persona encontró a su padre. Y hubo quien preguntó si no había una manera fácil de descargar todas las fotos juntas. Acá están en un archivo .zip
PD2: La voz se corrió y un periodista me escribió para hacerme una entrevista. El resultado se puede leer acá y acá. A los pocos días, me contactó una funcionaria de la Biblioteca Nacional. Me comentó que las fotos pertenecen a la colección de Aníbal Barrios Pintos y que se puede acceder a ellas en el sitio web de la Biblioteca (no sin una enooooorme dificultad, hagan la prueba) desde acá. La buena noticia es que, gracias a la repercusión que tuvo el asunto, la funcionaria no planteó ninguna objeción a que las fotos sigan circulando libremente por Internet. Ganó la cultura libre. 😀
PD3: Casi 3 años después (ya andamos en 2017), otra buena noticia que cierra la parábola con un final feliz: la propia Biblioteca Nacional inauguró un repositorio de colecciones digitales. Un repositorio en serio, no como el catálogo pésimo en el que antes estaban escondidas las imágenes. El nuevo repositorio incluye la colección Aníbal Barrios Pintos con sus más de 10 mil fotos en alta, altísima resolución y con la información completa de cada foto. Para descargar, sin restricciones. A veces parece que romper los kinotos sobre la importancia del acceso al patrimonio tiene sus efectos a corto, mediano o, como en este caso, a largo plazo. 😀 😀
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Breve carta a los amigos del PO
Compañeros: me parece de una irresponsabilidad y un desconocimiento absoluto su reciente post sobre la legalización de la marihuana en Uruguay.
En primer lugar, la legalización de la marihuana en Uruguay no tiene nada que ver con Monsanto. Fue impulsada por una coalición de movimientos sociales uruguayos que vienen militando desde hace años por la despenalización de las drogas y por otros derechos sociales: aborto legal, matrimonio igualitario, identidad de género. Es justamente la derecha más retrógrada la que busca asociar esta ley con Monsanto, porque sabe que es un punto sensible para la gente de izquierda.
En estos momentos se está trabajando en la reglamentación de la ley, definiendo, entre otras cosas, los tipos de semillas que se van a usar y la forma de distribución y acceso. La ley prevé el autocultivo y la formación de clubes sociales. La venta en farmacias se agregó para no dejar en la clandestinidad a las miles de personas que iban a buscar la manera de acceder a la marihuana por otros medios.
En cuanto al registro de usuarios, es una medida retrógrada y a la que el movimiento social siempre se opuso. Pero al mismo tiempo somos conscientes de que ese maldito registro era la única manera de que la ley fuera aprobada, dadas las presiones internacionales de todo tipo, que incluyen acusaciones y amenazas por parte de gobiernos y organismos internacionales.
Decir que la marihuana embrutece al pueblo es una generalización tan ridícula como la que hicieron los prohibicionistas de Estados Unidos en la época de la ley seca. Confundir consumo con adicción es de una irresponsabilidad intelectual alarmante para un movimiento de izquierda como el de ustedes.
Pero incluso si aceptáramos la afirmación absurda de que la marihuana embrutece al pueblo, las políticas prohibicionistas empeoran la situación, al ser absolutamente ineficientes para la reducción del consumo, y al criminalizar a buena parte de la sociedad, en especial a los más jóvenes y a los más pobres.
Por no mencionar que las políticas prohibicionistas en América Latina son consecuencia directa de las estrategias de dominación militar de Estados Unidos, bajo la coartada de la «guerra contra las drogas».
Por último, les cuento que la ley fue respaldada por la enorme mayoría de la izquierda uruguaya, así que cabe exigirles a ustedes más respeto a las construcciones colectivas y a la militancia de movimientos hermanos latinoamericanos.
Saludos fraternales.
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La CUL
La CUL (Cámara Uruguaya del Libro) fue al Parlamento. Sus miembros, sobrecogidos por el flagelo de las fotocopias, sermonearon durante un buen rato a los legisladores. Lo que sigue son algunos pasajes imperdibles.
Sobre la calidad de la educación:
«Es muy difícil hablar de calidad en la educación cuando el soporte son pedazos de libros, en blanco y negro, fotocopiados y enrulados.»
Sobre problemas de lectura:
«Tenemos problemas de lectura. Yo daba clases a hombres de 22 y 23 años en la Universidad Católica -se trata de una Universidad paga por lo que se supone que, salvo algunos becarios, una buena parte del alumnado viene con una educación decorosa-, y les era imposible descifrar oraciones.»
Sobre las confusiones insólitas a las que conduce el fotocopiado:
«Es difícil tener una calidad de educación cuando se hace recorte y pega. Como anécdota, alumnos de Filosofía entreveraron las ideas de Comte con las de Sartre porque las páginas no tenían encabezado, y en la prueba desarrollaron las teorías de forma equivocada. Esos son los futuros docentes.»
Sobre la valoración del saber médico:
«A mí me gustaría que los médicos que me atienden hayan estudiado en un libro y no en una fotocopia.»
Sobre la importancia civilizatoria de las industrias culturales:
«Esta es una industria que tiene los mismos problemas que otras en cuanto a la cadena productiva -salarios, remuneraciones, impuestos-, pero que tiene que ver con la cultura de la sociedad. Son las industrias culturales las que contribuyen a la civilización. En ese sentido, nos duele más todavía.»
Sobre el robo de autos:
«Si me roban mi auto, denuncio en la comisaría y alguien se va a ocupar de recuperarlo, pero si me quejo porque están fotocopiando mi libro nadie sabrá qué hacer.»
Sobre los catedráticos uruguayos:
«Soy docente de Ciencias Económicas desde el año 1989 y hemos llegado a un punto en el cual un docente Grado 5 de la Facultad mandó un programa para ser aprobado por el Consejo en cuya bibliografía se citaban fotocopias. ¡En la bibliografía de un catedrático!»
Sobre el peor tipo de delito:
«Hay que tener en cuenta que se trata de un delito socialmente aceptado, que es el peor tipo de delito.» (Esto, para ser justos, no lo dice la CUL. Lo dice, ay caramba, la presidenta de la Comisión de Educación y Cultura de la Cámara de Representantes).
Sección caridad:
«Cuando los niños de Unidad Casavalle, por ejemplo, vienen a visitar la Feria del Libro no pueden comprar nada. Entonces, se los regalamos.»
«Quizás recuerden a los niños de la escuela que fue noticia en todos los diarios y en la televisión porque estaban metidos bajo las mesas durante una balacera. A esos niños y a esas maestras -que hacen un gran esfuerzo por llevarlos impecables a una Feria del Libro- también se les dieron libros.»
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